Cuidados Ictus

Cuidadoras Ámbito Sociosanitario

En Senniors contamos con cuidadoras de confianza especialistas en el cuidado de personas con ictus.

Nuestras cuidadoras son profesionales cualificadas que cuidarán a tu ser querido velando por su bienestar físico y psicológico. Las cuidadoras para el cuidado de pacientes que han sufrido un ictus, además de ser profesionales con amplia experiencia, son cercanas en el trato, alegres y tienen mucha empatía.

Nuestras cuidadoras incentivarán que la persona bajo sus cuidados siga manteniendo sus relaciones sociales,al igual que sus hobbies y aficiones, adaptadas a su situación particular.

En Senniors estamos convencidos que es fundamental prestar un servicio de ayuda a domicilio de calidad, velando por el bienestar sociosanitario de la persona mayor, pero también es esencial cuidar el aspecto emocional y psicológico del paciente.

Un servicio personalizado, profesional y humano

Estas son las principales tareas que realizan nuestras cuidadoras. Si necesitas otro tipo de cuidados, cuéntanos qué necesitas y nosotros te asesoramos.

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Trabaja de cuidadora

Ictus

El ictus es una enfermedad cerebrovascular y es la principal causa de Daño Cerebral Adquirido (DCA).

El ictus ocurre por la interrupción del flujo sanguíneo a alguna de las zonas del cerebro. Esto causa que parte del cerebro no consiga el flujo de sangre, la glucosa y oxígeno necesarios. En consecuencia, las células nerviosas de esa área del cerebro no pueden funcionar y mueren.

Podemos distinguir entre ictus isquémico e ictus hemorrágico.

Los ictus isquémicos son los ictus más frecuentes. En estos casos, los vasos se obstruyen dentro. Los coágulos que causan el problema se conocen como trombos cerebrales o embolismo cerebral.

Dentro de los ictus isquémicos, los dos que suelen aparecer con mayor frecuencia son el Ataque isquémico transitorio (AIT) y el infarto cerebral. Los síntomas del AIT son similares a los de un infarto, siendo más corto y con consecuencias diferentes. En el caso del infarto cerebral, se produce una lesión cerebral permanente.

Los ictus isquémicos se pueden clasificar en ictus isquémico total, ictus de circulación posterior e ictus lacunares. 

  1. Ictus isquémico total: este tipo de ictus afecta a la arteria cerebral media o a la arteria cerebral anterior. El ictus isquémico total causa disfunción cerebral superior, hemianopsia homónima, déficit motor y/o sensitivo homolateral.
  2. Ictus de circulación posterior: El ictus de circulación posterior afecta a los pares craneales que causan déficit motor y sensitivo contralateral. Causa patología oculomotora, disfunción cerebelosa sin déficit de vías largas ipsilaterales y hemianopsia homónima aislada.
  3. Ictus Lacunares: Causa hemisíndromes motor puro, sensitivo motor, sensitivo puro, hemiparesia atáxica y disartria.

Por otro lado, distinguimos los ictus hemorrágicos en los que el vaso se rompe, causando que la sangre irrumpa en el cerebro y comprima el tejido cerebral. 

Los aneurismas y las malformaciones arteriovenosas causan ictus hemorrágicos. 

Los tratamientos de los ictus varían dependiendo si el ictus ha sido causado por el bloqueo de una arteria o si se debe a la ruptura de un vaso. Tras el ictus, el tratamiento que se realice dependerá de las incapacidades producidas.

Para su prevención, la Sociedad Española de Neurología recomienda seguir una serie de hábitos de vida saludable, entre ellos:

  1. Realizar ejercicio de manera regular, evitando el sedentarismo.
  2. Mantener una dieta rica, saludable y equilibrada.
  3. No fumar.
  4. Moderar el consumo del alcohol.
  5. De manera regular llevar un control de la tensión.

A pesar de que el 70% de los ingresos en neurología actualmente se deben a un ictus, es importante señalar que en la mitad de los casos, el paciente de ictus se recupera casi al 100% o termina teniendo secuelas mínimas.

Para ello es fundamental detectar el ictus a tiempo y poner al paciente en manos profesionales lo antes posible.

En Senniors te ofrecemos a las mejores cuidadoras de personas con ictus para que cuide a tu familiar con profesionalidad y cercanía.

El inicio de los ictus suele ser súbito y de desarrollo rápido. En la minoría de los casos, un ictus se puede producir de manera más lenta.

Los síntomas del ictus pueden variar en función del área del cerebro que afecte. Entre los principales síntomas, encontramos:

  1. Confusión súbita
  2. Adormecimiento o debilidad repentina, generalmente en uno de los lados del cuerpo (brazo, pierna o cara).
  3. Dolor de cabeza repentino sin causa aparente.
  4. Dificultad para caminar repentina.
  5. Mareo y pérdida de equilibrio repentina.
  6. Dificultad repentina para ver por uno de los ojos. 
  7. Pérdida de memoria
  8. Dificultad en el lenguaje
  9. Parálisis de un lado del cuerpo

A continuación se recogen algunos de los factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de sufrir un ictus. Algunos de ellos se escapan de nuestro control, pero existen algunos que sí pueden ser tratados o cambiados.

  1. Edad: A partir de los 55 años, con el paso de los años, aumenta la posibilidad de sufrir un ictus.
  2. Hipertensión arterial
  3. Ictus recientes: El sufrir un accidente cerebrovascular aumenta la probabilidad de sufrir otro.
  4. Factor hereditario: Hay mayor posibilidad de tener un ictus si algún familiar lo ha padecido
  5. Sufrir ataques isquémicos transitorios
  6. Tener la enfermedad de la arteria carótida
  7. Diabetes
  8. Padecer enfermedad cardiaca
  9. Incremento moderado o importante del número de glóbulos rojos. 
  10. Fumar
  11. Exceso de alcohol