Día Internacional del Cuidador: un elogio a la solidaridad y la justicia

04/11/2022

Por senniors

Día Internacional del Cuidador: un elogio a la solidaridad y la justicia

Día Internacional del Cuidador: un elogio a la solidaridad y la justicia

Cuando decimos que “alguien piensa en otra persona”, ¿a qué nos referimos? 

Ciertamente, no solo a un acto puramente mental, sino a pensar en esa persona desde el corazón.

Quizás por eso la palabra “cuidar” viene del latín “cogitare”, que quiere decir “pensar”. 

Cuando cuidamos de alguien, pensamos con la mente y el corazón cómo podemos hacer que su vida sea mejor. 

Hoy, 5 de noviembre, Día Internacional del Cuidador, desde Senniors queremos rendir homenaje a todas aquellas mujeres y hombres que cuidan de otras personas

En España, un 34% de las personas mayores de 65 años necesita apoyos o cuidados en su vida cotidiana, según un reciente estudio de la Universitat Pompeu Fabra, y el Gobierno prevé que el número de ciudadanos mayores dependientes llegue a 1,6 millones en 2050, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)

Además, unos 5 millones de personas se dedican a la labor de cuidar, contando familiares y profesionales. Dentro de este enorme grupo, 720.000 personas se dedican profesionalmente a cuidar a domicilio de personas mayores o con dependencia

La importancia de cuidar

En una sociedad cada vez más envejecida, el papel del cuidador o cuidadora a domicilio de personas mayores o con dependencia es un pilar. 

Cuidar a un adulto mayor o a una persona en situación de dependencia en su domicilio:

  • Permite que la persona pueda envejecer o continuar con su vida, sin tener que desprenderse del entorno seguro y emotivo del hogar. 
  • Brinda atención personalizada y continua.
  • Fomenta la autonomía, la autoconfianza y la autoestima.
  • Mantiene la red familiar y social alrededor de la persona, evitando su aislamiento.
  • Si los cuidados los proporciona un profesional, la calidad de vida de la familia y el entorno mejora muchísimo, logrando descanso, alivio y tranquilidad.
  • Crea lazos afectivos enriquecedores para todas las personas implicadas. Una cuidadora puede llegar a formar parte de la “familia elegida”.
  • Contribuye a crear una sociedad más solidaria y justa para todos. 

Pero, si antes decíamos que ofrecer cuidados a domicilio es un pilar de la sociedad, lamentablemente se trata de un pilar casi invisible e infravalorado. 

Por un lado, si hablamos de las personas que cuidan de sus familiares, tendemos a pensar que se trata de una obligación, sobre todo cuando a quien hay que cuidar es un cónyuge o un progenitor. Pero además, esta “obligación” impuesta de forma tácita por la sociedad, recae principalmente en las mujeres. “Es lo que te ha tocado, paciencia”, es una frase que cae como una pesada carga, sin que nos demos cuenta de que cuidar de un familiar anciano o con dependencia puede llegar a despojarnos de nuestra propia vida.

En palabras de Idoia Urmeneta, Responsable de programas de personas mayores en Cruz Roja Navarra: 

“Una de las cosas que más me llama la atención y que más se repite en las atenciones es lo difícil que resulta llevar una vida cotidiana “normal” cuando una persona cuida de un familiar, es importante que pongamos en marcha proyectos comunitarios de sensibilización dirigidos a la población general respecto a las personas  cuidadoras  de personas en situación de dependencia, esto es fundamental para crear una malla de respeto social sobre las circunstancias que rodean al cuidado, que nos ayude a entender, a empatizar, a ponernos en el lugar del otro y de la otra, en nuestra vida cotidiana.” 

Por otro lado, la labor de los cuidadores profesionales es muy desconocida. Podemos pensar que una cuidadora profesional solo acude a realizar tareas domésticas o a “dar un paseo al abuelo”, cuando, en realidad, son profesionales formadas y experimentadas en el ámbito sanitario y asistencial, además de dotadas de una empatía y vocación naturales. 

El cuidador profesional

El rol de un profesional de los cuidados a domicilio tiene tantas dimensiones como desafíos a los que se enfrenta cada día.

Y es que no es lo mismo ayudar a que una señora enferma de Alzheimer se sienta más orientada en un mundo que ya no comprende, que preparar comidas saludables y adaptadas a un señor que padece disfagia.

Un cuidador profesional sabe atender a personas que sufren enfermedades cognitivas, problemas de movilidad, para comer, estados de depresión, soledad, y un larguísimo etcétera. 

Su trabajo no solo impacta positivamente en la persona con dependencia, sino que se irradia a todo el entorno familiar, proporcionándole alivio, tranquilidad y (por qué no) liberación. 

El núcleo familiar recupera una vida más normalizada. 

Además, familia y cuidadora crean una red afectiva en la que se comparten tareas, inquietudes, aprendizajes y apoyo.

De este modo los cuidados no se quedan como un asunto que se debe resolver exclusivamente en la familia. Van mucho más allá del núcleo familiar, creando pequeñas acciones que contribuyen a una sociedad más justa e igualitaria donde las personas no quedan excluidas de su entorno por ser mayores o estar en alguna situación de dependencia

Ni superhéroes ni mártires

Los cuidadores, ya sean familiares o profesionales, son personas justas y comprometidas con la sociedad que les ha tocado vivir. 

No son superhéroes que siempre pueden con todo y dibujan una sonrisa en su rostro, pase lo que pase. Ni son mártires abnegados que están dispuestos a dejar de vivir sus vidas por cuidar de la vida de otro.

Como se menciona en un post del blog de Cruz Roja:

Cuidar es una capacidad intrínseca al ser humano, independientemente de su género, muy gratificante y que es una cura de humildad para la arrogancia de una sociedad que todo lo entiende en clave de éxito y materialismo. Por otra parte, tendremos también, que hacer saber a la sociedad en su conjunto, que el bienestar de sus pares, más allá del núcleo familiar es también su responsabilidad.  Pero cuidar no solo es una dedicación voluntaria y afectuosa, es una profesión que debe tener su justo reconocimiento. Cuidar no es un arte, cuidar es un compromiso y una muestra de una sociedad madura, que se reconoce vulnerable y que se hace fuerte, enfrentando la adversidad y la enfermedad, cara a cara.

No creemos en una sociedad donde es obligatorio sacrificarse, sino en una sociedad justa donde estamos comprometidos con todos los sectores de la población, donde todos tenemos espacio para crecer y donde todos tenemos el derecho de ser cuidados y el deber de cuidar. 

Y este deber no debería recaer solo en ciertas personas, como las mujeres: hijas, esposas, hermanas… a las que “les toca” el papel de cuidadoras cuando algún familiar entra en situación de dependencia. 

Los cuidados nunca deberían ser un yugo. Debemos validar el “no puedo con todo” que nos transmiten muchas familias y que, en ocasiones, es lo que les hace dar el paso a buscar ayuda profesional para ofrecer cuidados de calidad en el hogar. 

Cuando cuidamos por amor, y no por obligación, estamos tejiendo una sociedad justa, solidaria y pacífica. 

Desde Senniors queremos expresar nuestro reconocimiento al extraordinario trabajo que hacen cada día todas aquellas personas que cuidan de algún familiar y de todos los profesionales que brindan cuidados a domicilio.

Muy especialmente a nuestro increíble equipo de cuidadoras. Ellas hacen posible que Senniors sea mucho más que cuidados en el hogar.

¡Mil gracias!

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Queremos seguir escuchando tu opinión. Tus reseñas animarán a muchas otras familias a encontrar la solución más eficiente para el cuidado y la asistencia domiciliaria de personas mayores o dependientes.

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